Himnos de la naturaleza.
Allí donde se asoma el sol en cada lubricán y cada arrebol, está mi corazón.
Resplandece con poder e intensidad porque tú estás en él.
El gorjeo de las aves entonan himnos de delicada nota porque han visto en ti la inspiración para hacerlo.
Perdón si estas letras no son lo suficientemente certeras, pero es que se ha creado un tararear en mi cabeza, que no me deja conectar estas palabras que quieren ser libres.
Una de muchas que desean ser suspiradas.
Es por eso que escribo cada vez que este eco retumba las paredes de mis pensamientos.
La brisa que calma mis días calurosos son más bienvenidos que de costumbre, pues cada vello y cada poro de mi piel se envuelven con tu perfume.
Una vez más me siento prisionero de mis propias palabras y a la vez tengo la libertad de darles libre albedrío.
Quiero acabar con esto, pero son más las letras que se unen en mi mente, pues tengo que organizarlas para darles sentido y poder.
Es una lucha que tengo desde que empecé a escribir.
Una de la que no sé quién puede ser ganador.
© Luismar Soto
Resplandece con poder e intensidad porque tú estás en él.
El gorjeo de las aves entonan himnos de delicada nota porque han visto en ti la inspiración para hacerlo.
Perdón si estas letras no son lo suficientemente certeras, pero es que se ha creado un tararear en mi cabeza, que no me deja conectar estas palabras que quieren ser libres.
Una de muchas que desean ser suspiradas.
Es por eso que escribo cada vez que este eco retumba las paredes de mis pensamientos.
La brisa que calma mis días calurosos son más bienvenidos que de costumbre, pues cada vello y cada poro de mi piel se envuelven con tu perfume.
Una vez más me siento prisionero de mis propias palabras y a la vez tengo la libertad de darles libre albedrío.
Quiero acabar con esto, pero son más las letras que se unen en mi mente, pues tengo que organizarlas para darles sentido y poder.
Es una lucha que tengo desde que empecé a escribir.
Una de la que no sé quién puede ser ganador.
© Luismar Soto