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sin embargo
Dejando todo por un beso o quizás esa sensación de amor que solo pocos mortales llegan a poseer, sentía que su mirada, a su azul ver, era el néctar que tanto quiso su corazón .Quizás el paraje de un bufón o la maldición de un sueño pasado dejó en el un vacío tan grande.

El frío de la nieve y la garganta del viento dejaban muchos miedos en el interior, durante mucho tiempo todos los demonios lo habían perseguido, pero ahora solo miraba la nieve colorada, donde podía ver su muerte escrita en lo rojo más intenso de la nieve.

Un revolver besaba mi sien y sentía cada nota como dejaba algo de súplica en mi llorar.
De mi cuello blandía una media luna que cortaba el viento con su azote, en ocasiones, para empezar de nuevo lo único que necesitamos es morir un poco. Podía sentir el engatillar del arma y como cada bala cobraba su posición. Cuando te persigue la oscuridad no siempre se debe de correr, en ocasiones solo siéntate y disfruta de las vistas.

La bala rompió el silencio de aquella noche de viento dejando que la sangre vistiera la nieve de rojo, el tipo del arma, un hombre vestido con un gabardina azul marino y pelo rojo como la sangre, lucía una mirada penetrante, su pelo estaba revuelto por el viento, aquella piel era tan fría como la nieve y su rostro era cuadrado y perfilado como el de una serpiente, dio la vuelta al cuerpo y con la ayuda de un cuchillo de hoja curva, extrajo de el pecho del difundo una esfera dorada, las famosas flechas de cupido.

Metió las esferas en la bolsa de cuero y anduvo sin prestar la mayor atención al cuerpo del suelo, el viento devoraba todo a su paso, desde que el sol se apagó la nieve había tomado posición en la tierra y el viento era continuo.
El egoísmo y la histeria consumía todo con su devoradora forma y el peso del pasado dejaban de tener marca, los antiguos dioses no eran más que cenizas de un pasado borroso y los titanes del futuro devoraban todo a su paso.


-¿Qué soy?- Quizás te preguntarás mientras estás en tu casa, bebiendo de tu café caliente mientras alguien te arropa hasta el día siguiente o sientes el amor desconsolado de una bella mujer o el amor de una madre desconsolada por su hijo.

Nací del llanto de un niño al amparo de su madre, nací con ese primer y último llanto y la desconsolación de la madre fue mi alimento.

Cerca de lo que antes fue Almería, al borde de la garganta gris, donde ahora residía un local clandestino, no es que ahora la autoridad fuese de gran ayuda, pero todo debía de abstenerse fuera de los ojos de Frotus.
Era el dueño de todo y el que apago el sol, le temían y también le guardaban respeto.
Gracias a él pudieron resurgir los malnacidos de la luz, hasta la oscuridad tiene sus motas de luz. Aquel local clandestino era de Amor, un hijo bastardo de Cupido, uno de los antiguos caídos que aun seguía con vida, se mantenía lejos de Frotus, jugaba a sus espaldas y se mantenía invisible.