El hombre de la banca.
Un día como cualquier otro me encontraba sentado en una banca, el tiempo transcurría mientras las hojas de los árboles caían con naturalidad, el ambiente era tan pacífico que abrumaba e inquietaba a mi alma como si está hubiese sucumbido al temor de lo inesperado.
En ese momento una chica igual de solitaria que yo apareció y se sentó a mi lado, no le di importancia ya que al igual que el resto pensé que se alejaría en cualquier instante y sin embargo esta demostró lo contrario al quedarse toda la tarde a mi lado observando en la misma dirección que yo como si de dos estatuas sin vida se tratase.
Al día siguiente ella volvió a aparecer y con el tiempo los días se volvieron semanas y las semanas en meses, meses en los que compartía mi tiempo con la compañía de una chica de la cual aún no sabía su nombre, y aún así mi corazón parecía cobrar vida cada vez que la veía.
En ese instante perdí el concepto de la realidad y las pláticas que imaginaba con ella en mis sueños al final se volvieron realidad si es que aún habitaba en la misma, no quise indagar en qué tan verdadero era lo que vivía ya que solo quería seguir disfrutando de su compañía.
Pero lo que temía un día sucedió, la tarde había concluido y sin embargo ella nunca apareció, mi corazón que había recordado el como se siente estar vivo tuvo que experimentar el dolor que entrega la angustia.
Mi corazón convenció a mi mente de esperarla un par de días más con la esperanza de ver si ella aparecía, pero los días se volvieron semanas y las semanas en meses con con mayor tiempo se volvieron años. Al final mi cabello se tinto de blanco y mis fuerzas disminuyeron hasta casi desaparecer, pero en ese instante alguien apareció y se sentó a mi lado.
Yo, lleno de tristeza baje la cara mientras mis ojos comprimian mi dolor en gotas de agua que humedecían el sueño. Hasta que finalmente tuve el coraje para hablar.
“no eres tú a quien yo esperaba” le dije, y este simplemente respondió: lo sé, pero seré quién te lleve a quien te a estado esperando por años.
En ese momento mi corazón se estremeció mientras aún mis lágrimas caían pero esta vez junto a la compañía de una cálida sonrisa, así una parte de mi se fue con aquella persona mientras mi cuerpo permaneció en la banca, ya que mi cuerpo no era capaz de seguir esperándola... Pero mi alma estaba decidida en ir a encontrarla.
© pezguardian
En ese momento una chica igual de solitaria que yo apareció y se sentó a mi lado, no le di importancia ya que al igual que el resto pensé que se alejaría en cualquier instante y sin embargo esta demostró lo contrario al quedarse toda la tarde a mi lado observando en la misma dirección que yo como si de dos estatuas sin vida se tratase.
Al día siguiente ella volvió a aparecer y con el tiempo los días se volvieron semanas y las semanas en meses, meses en los que compartía mi tiempo con la compañía de una chica de la cual aún no sabía su nombre, y aún así mi corazón parecía cobrar vida cada vez que la veía.
En ese instante perdí el concepto de la realidad y las pláticas que imaginaba con ella en mis sueños al final se volvieron realidad si es que aún habitaba en la misma, no quise indagar en qué tan verdadero era lo que vivía ya que solo quería seguir disfrutando de su compañía.
Pero lo que temía un día sucedió, la tarde había concluido y sin embargo ella nunca apareció, mi corazón que había recordado el como se siente estar vivo tuvo que experimentar el dolor que entrega la angustia.
Mi corazón convenció a mi mente de esperarla un par de días más con la esperanza de ver si ella aparecía, pero los días se volvieron semanas y las semanas en meses con con mayor tiempo se volvieron años. Al final mi cabello se tinto de blanco y mis fuerzas disminuyeron hasta casi desaparecer, pero en ese instante alguien apareció y se sentó a mi lado.
Yo, lleno de tristeza baje la cara mientras mis ojos comprimian mi dolor en gotas de agua que humedecían el sueño. Hasta que finalmente tuve el coraje para hablar.
“no eres tú a quien yo esperaba” le dije, y este simplemente respondió: lo sé, pero seré quién te lleve a quien te a estado esperando por años.
En ese momento mi corazón se estremeció mientras aún mis lágrimas caían pero esta vez junto a la compañía de una cálida sonrisa, así una parte de mi se fue con aquella persona mientras mi cuerpo permaneció en la banca, ya que mi cuerpo no era capaz de seguir esperándola... Pero mi alma estaba decidida en ir a encontrarla.
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