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Las Memorias de Consuelo (V)
Capítulo 5: El Encuentro con Zeev

El supremo observó detenidamente a la señorita Dombrowski: "¿Y qué método utiliza para su enseñanza? He escuchado a muchos especialistas, pero ninguno ha logrado conectar con mi hijo."

"Mi método se basa en dos pilares fundamentales: el amor y la aceptación", respondió la joven con una sonrisa cálida. "Considero que estos valores son esenciales para el desarrollo emocional y social de los niños, y que a través de ellos se pueden alcanzar grandes logros académicos y personales."

"¿Amor y aceptación?", se intrigó el Supremo. "¿Cómo pretende enseñar eso tan... difícil... a un niño?"

"El amor y la aceptación no se enseñan con palabras, sino con acciones", respondió Consuelo con convicción. "Se trata de crear un entorno seguro y lleno de cariño, donde el niño se sienta valorado y respetado tal y como es. De esta manera, podemos ayudarlo a desarrollar su autoestima, fomentar su curiosidad y brindarle las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la vida."

El Supremo reflexiono por un momento, luego dijo: "Me ha intrigado su enfoque. Sin embargo, debo advertirle que Zeev es un caso complejo. Ha tenido varios maestros y especialistas que no han logrado establecer una conexión con él, y algunos incluso han sido despedidos por su comportamiento."

"Soy consciente de los retos que esto implica, pero estoy segura de que puedo llegar a Zeev", afirmó la joven. "Tengo la experiencia y la paciencia necesarias para comprenderlo y ayudarlo a superar sus dificultades."

"Muy bien, señorita Dombrovski", terminó diciendo el Supremo. "Le daré una oportunidad. Mañana por la mañana conocerá a Zeev. Espero que su método tenga el éxito que tanto anhelamos."

"Gracias por su confianza, Señor Supremo", dijo Consuelo con una sonrisa radiante. "No lo defraudaré."

Un amanecer lleno de interrogantes

El sueño se resistió esa noche. Consuelo se removía inquieta en la cama, su mente dando vueltas como un trompo alrededor de las incógnitas que rodeaban su nueva misión. ¿Qué tipo de niño era Zeev? ¿Por qué había fracasado con él el resto de las institutrices? ¿Qué la esperaba en este nuevo reto?

Se levantó y se acercó a la amplia ventana de cristal. La ciudad nocturna era un espectáculo hipnotizante, un tapiz de luces multicolores que se movían en perfecta armonía. Sin embargo, la belleza del paisaje no lograba calmar la tormenta de pensamientos en su cabeza.

Max, su asistente robótico, percibió su inquietud y, con su voz suave y metálica, le ofreció una solución: música instrumental relajante para ambientar la habitación y ayudarla a conciliar el sueño. La melodía envolvente surtió efecto y, poco a poco, Consuelo se sumergió en un sueño ligero, plagado de sueños vívidos y confusos.

Al despertar, la luz del sol ya se colaba por la ventana. Se duchó, se vistió y, para su sorpresa, Max le había preparado un desayuno sencillo pero exquisito: café doble y rodajas de pan con crema de nueces. El sabor del café le dio la energía que necesitaba para enfrentar el día que tenía por delante.

El Espejo de reconocimiento y la primera impresión

Con paso decidido, Consuelo se dirigió a la Casa de Gobierno. Al llegar, se encontró con Sapir, su guía y enlace con el Supremo. Sapir la condujo hasta una sala de estar donde la esperaba el Supremo, acompañado de su hijo Zeev.

Al entrar a la sala, Consuelo se encontró con la mirada huraña del niño. Sus ojos, entre burlones y hostiles, la recorrieron de arriba abajo. El Supremo le presentó al niño, Zeev, de nueve años, y le advirtió que había pasado por varias institutrices sin éxito. Obligó al niño a saludarla, lo cual hizo de mala gana, antes de arrinconarse en un silencio hostil.

El Supremo fue claro: Consuelo tenía un mes de plazo para mostrar resultados. De lo contrario, sería despedida. Con esas palabras, abandonó la sala, dejando a Consuelo y Zeev solos por primera vez.

Un comienzo difícil

El silencio era palpable en la habitación. Consuelo se acercó a Zeev, intentando entablar una conversación, pero el niño se mantuvo impenetrable, con la mirada fija en el suelo. Finalmente, rompió el silencio:

"Eres una tonta", dijo con voz despectiva.

Las palabras de Zeev golpearon a Consuelo como un puñetazo. No era la bienvenida que esperaba, pero sabía que no podía permitirse desanimarse. Este era el comienzo de un camino desafiante, pero ella estaba decidida a llegar a lo más profundo del corazón de Zeev y descubrir al niño que se escondía detrás de la fachada de hostilidad.

Hora de ponerse a trabajar

Consuelo respiró hondo y tomó aire. Era hora de ponerse a trabajar. Con una sonrisa amable, se dirigió a Zeev y le dijo:

"Zeev, sé que no hemos tenido un buen comienzo, pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte. No voy a juzgarte ni a obligarte a hacer nada que no quieras. Solo quiero conocerte y ayudarte a descubrir tu potencial."

Las palabras de Consuelo resonaron en el silencio de la habitación. Zeev la miró con recelo, pero algo en su mirada se suavizó ligeramente. Tal vez, solo tal vez, había una esperanza de que esta nueva institutriz fuera diferente.

El camino hacia la conexión

Así comenzó el viaje de Consuelo y Zeev. Un viaje lleno de desafíos, obstáculos y momentos de frustración. Pero también un viaje lleno de pequeños triunfos, descubrimientos y, poco a poco, la construcción de una relación de confianza y respeto.

En los próximos capítulos, seremos testigos de cómo Consuelo utiliza su método basado en el amor y la aceptación para llegar al corazón de Zeev y transformar su vida. Veremos cómo, a pesar de las dificultades, la perseverancia y el cariño pueden derribar los muros más altos y abrir las puertas a un futuro lleno de posibilidades.

Continuará...

© Roberto R. Díaz Blanco