...

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¿quién fuiste?
El encuentro fue breve, divido por una puerta desgastada.

Al momento de acercarme, apenas escuchó el toquido ocasionado por mi moneda, sus ojos salieron por una ventana. Me dijo con un tono suave y afeminado "ahí voy, espérame".

Me encontraba nervioso, tenía miedo de que al salir viniera acompañadx de alguien más, tal vez su jefe, tal vez quien le tiene ahí recluidx.

Se acercó lo más próximo a la puerta y me vio a los ojos. Exclamó una serie de frases apenas intelegibles, cuestionando mi procedencia, las razones de mi visita. Rápidamente respondí, fui breve y dicha respuesta dio comienzo a la conversación.

Empezó por nombrar a la competencia, sugiriendo que conocía a alguien, algún gerente. Dicha persona me sonaba familiar, no obstante, solo asentí y mi silencio duró unos instantes más.

Di un par de pasos para atrás, advirtiendo mi partido, esta persona apenas notó mi movimiento me pidió una de mis tarjetas de presentación.

Dudé, y le comenté que igualmente no sería posible apoyarle con la contratación de los servicios que le ofrecí al principio, cuando no sabía casi nada de la situación, puesto que afirmó no tener luz desde hace 6 años.

Al escuchar esto, encontré la perfecta excusa para abandonar el lugar... Al afirmar mi deseo de partir, comenzó a soltar un par de cumplidos sobre mi inteligencia. Dichas afirmaciones me sorprendieron dado lo breve del encuentro. Consentí con una sonrisa y un "gracias" de cortesía, ya que nunca me faltó al respeto.

Acto siguiente, de su boca brotaron frases en inglés, y tal vez lo que sonaba a algún idioma indígena. Su cuerpo daba señales de delirio, su mirada perdida en el estrecho pasillo del edificio donde estaba ubicado el apartamento.

Ahora que lo menciono, el lugar parecía abandonado en un principio, lo cual me hizo dudar de mi intención de tocar la puerta.

Posiblemente algún sentido oculto en mi, me llevó a aproximarme y solicitar la presencia del sujeto misterioso, sabiendo que encontraría una experiencia peculiar.

Nuestra conversación, finalizó apenas terminó de hablar en esos enigmáticos lenguajes, le dejé una última sonrisa en agradecimiento por su amabilidad, por dotar mi día de un recuerdo, de algunas reflexiones sobre quiénes habitan en los lugares más desolados dentro de los lugares más vivos, de los barrios más movidos y poblados de ésta ciudad.

A continuación, describiré un poco su apariencia esperando lograr una impresión cercana a su imagen.

Creo que era un travesti, muy delgado, sin cejas naturales y pintadas de verde y amarillo. Tenía en sus muñecas bastantes pulseras, algunas de san judas, otras tantas con pinta de artesanía.

Su vestimenta era reducida, propia de alguien diferente... Tal vez, dedicada a los servicios sexuales o simplemente enamoradx de lo extrafalario y sensual.

En su cuerpo, en su arrugada piel dañada por el descuido vivían algunos tatuajes sencillos y pequeños, no alcancé a notar los detalles. Sus uñas eran largas y pintadas, con unos tonos negros y rosados gastados.

Sus labios tenían un tono oscuro, abandonado lo suficiente para verse bien, y sin embargo, parecer que se ha olvidado de sí mismx.

El olor... Uno de los estímulos más ignorados y que son el mejor complemento de cualquier momento. Olía a orines, a viejo, a descuido. Notas aromáticas que son negadas en nuestro día a día, repudiadas y que forman parte inexpugnable de la vida de personas así.

¿Cuánto tiempo tiene viviendo ahí? ¿Fue su decisión o alguien le tiene obligadx?

Prefiero la duda, prefiero la primera y única impresión. Algún día regresaré porque de esto trata mi trabajo, es probable que vuelva a tocar esa puerta, buscando trazar un pasado sobre un cuerpo olvidado, dañado y lleno de enigmas.

Recuerdo escrito hace unos instantes, vivo y palpitante.
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