Vespertino: Amanecer.
Estoy aquí, caminado entre la cálida y fría nieve.
Buscando por unos momentos de brillo.
Por qué ahora estoy esperando por el amanecer.
Estoy aquí, en el jardín caminando por este camino que hemos hecho los dos.
Estos cantos de los pájaros que suenan cada mañana son como música para nuestros oídos.
Estos sonidos que nos transportan a nuestras infancias.
Por qué ambos vivimos en aquel orfanato, rodeado de nudos de pájaros y muchos más animales.
Cuando llegaba el invierno y nosotros aún estábamos llenos de inocencia, solíamos jugar en la nieve.
Recuerdo que un día me cae, haciendo que mi rodilla se raspada y tuviera una herida.
Cómo en aquel tiempo era inmadura y sin necesidad de afecto, decido tomar un puñado de nieve y poner sobre la herida.
Fue algo irónico que luego me dijeran que casi caigo en una fiebre que luego casi me lleva a li muerte.
Por qué mi cuerpo joven no podía resistir esa estimulación.
Pero ahora estoy aquí, tantos años después, esperando por el amanecer.
Los dos juntos, tu y yo, tomados de las manos.
La Aurora del tiempo que nos regresa ese favor que nos hace sonreír.
Y estos cantos que entonamos en nuestras gargantas y con nuestras voces, que nos hacen recordar los buenos tiempos.
A veces creo que somos dioses.
Brillantes como soles y con gracia de cisne.
Por qué ambos hacemos lo que queremos y somos gráciles y simples, sin la necesidad de querer algo nuevo o cambiar lo que ya tenemos.
Y puede que a la larga nos cansemos de todo esto que hacemos.
Pero, por ahora, ambos sabemos que podemos llenarnos el uno del otro.
En esta montaña de nieve y estos pensamientos de felicidad.
Por qué estoy de rodillas y veo a lo lejos, en el horizonte m, esperando por el amanecer.
Y es allí que lo veo, brillando ligeramente y saliendo.
Los deseos que hicimos se harán realidad.
Y podremos ver cómo sale el sol.
Y así podremos seguir adelante con su bendición.
Por qué estos días son mágicos.
Y nosotros creamos esa magia.
Buscando por unos momentos de brillo.
Por qué ahora estoy esperando por el amanecer.
Estoy aquí, en el jardín caminando por este camino que hemos hecho los dos.
Estos cantos de los pájaros que suenan cada mañana son como música para nuestros oídos.
Estos sonidos que nos transportan a nuestras infancias.
Por qué ambos vivimos en aquel orfanato, rodeado de nudos de pájaros y muchos más animales.
Cuando llegaba el invierno y nosotros aún estábamos llenos de inocencia, solíamos jugar en la nieve.
Recuerdo que un día me cae, haciendo que mi rodilla se raspada y tuviera una herida.
Cómo en aquel tiempo era inmadura y sin necesidad de afecto, decido tomar un puñado de nieve y poner sobre la herida.
Fue algo irónico que luego me dijeran que casi caigo en una fiebre que luego casi me lleva a li muerte.
Por qué mi cuerpo joven no podía resistir esa estimulación.
Pero ahora estoy aquí, tantos años después, esperando por el amanecer.
Los dos juntos, tu y yo, tomados de las manos.
La Aurora del tiempo que nos regresa ese favor que nos hace sonreír.
Y estos cantos que entonamos en nuestras gargantas y con nuestras voces, que nos hacen recordar los buenos tiempos.
A veces creo que somos dioses.
Brillantes como soles y con gracia de cisne.
Por qué ambos hacemos lo que queremos y somos gráciles y simples, sin la necesidad de querer algo nuevo o cambiar lo que ya tenemos.
Y puede que a la larga nos cansemos de todo esto que hacemos.
Pero, por ahora, ambos sabemos que podemos llenarnos el uno del otro.
En esta montaña de nieve y estos pensamientos de felicidad.
Por qué estoy de rodillas y veo a lo lejos, en el horizonte m, esperando por el amanecer.
Y es allí que lo veo, brillando ligeramente y saliendo.
Los deseos que hicimos se harán realidad.
Y podremos ver cómo sale el sol.
Y así podremos seguir adelante con su bendición.
Por qué estos días son mágicos.
Y nosotros creamos esa magia.