...

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Hasta la lluvia me sobra
Tu suspiro es la estocada que amanece mis adentros,
los cuales florecen en la oscuridad de la noche
y tú, enraizado en los jardines de mi esencia.

En esta párvula imagen que venera tus andanzas,
me pregunto ensimismada
cuánto es de profundo al que proclaman el rey.
Cómo sería su luna si él pudiera saborearte
y sentir así los días bajo el verso de tu boca.

El mundo pierde todo sin la sangre de tu verbo,
la caricia de tus manos es mi constante vital.
Si me dejaran,
haría una bandera con las letras de tu nombre
y cantaría tu alma, himno de la belleza.

Y es que la luz de tu mirada dan más vida que sus rayos,
más abrigo que sus infiernos son las olas de tu mar.
Hasta la lluvia me sobra en los desiertos interminables
porque tú derrites todo, amor...

Tú haces agua y evaporas lo dañino,
dejando lo sublime y lo intangible en mis latidos,
lo etéreo de la existencia hasta cubrir la infinitud.

© Flora Rodríguez