Senda y...
Bajo el peso de un mundo que avanza,
la hormiga lucha en su senda vacía,
cada paso es un eco de una balanza,
donde el esfuerzo se pierde en la agonía.
Una rama seca, en silencio, llora,
sus hojas marchitas son ecos de un ayer,
el viento susurra historias que imploran,
la luz de un verano que no volverá a ser.
Y en la penumbra, un poema se ahoga,
palabras que caen como lágrimas muertas,
con versos que gritan la pena que embriaga,
el eco de risas que el tiempo despierta.
Así, en el ciclo de lo que se ha ido,
la hormiga se pierde en su triste destino,
y la rama, marchita, su vida ha cedido,
tejiendo en la tierra un lamento divino.
Hoy, en el umbral de un nuevo caminar,
donde el amor florece en danzar,
dejaremos atrás la carga del ayer,
y encontramos luz en la senda que no nos deja ver...
Querer estar bajo el peso de un mundo que se obsesiona con tener,
dejamos atrás la lucha vacía; y perdemos el ser,
nuestros pasos se vuelven desesperanza,
donde el esfuerzo es fuerza y alegría en una balanza...
Constancia es que el viento lleve susurros de escritura,
y la luz de un verano nos llene de ternura, sin premura,
que en cada mirada, en cada inconveniente,
nuestros corazones al amor no se apaguen prontamente...
Presente es el temor, pero avancemos a un camino mejor,
clamor, es la ansiedad, un poema perdido en tempestad...
cadenas de palabras que danzan en rimas sin prisa ni armonía,
con versos que gritan de clamor día a día ,
tejiendo en el aire promesas enteras y vacías.
Así, en este ciclo de lo compartido,
celebramos la vida, sin pena ni miedo;
que la hormiga y la rama hallen su refugio,
y que el amor, eterno, venga a nuestro encuentro, antes que, nuestro ser latiente, e impaciente, pierda todo fervor lentamente...
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