Nuevo amanecer
En una era donde la inocencia se ha desvanecido, nos encontramos jugando con el fuego de la ambición, sumergidos en el lodo de la lucha por el poder. La creencia de ser mensajeros celestiales ha quedado atrás; ahora, solo queda predicar al coro de la realidad.
Como flores que brotan en el desierto, nuestra existencia parece florecer en vano. Nos hemos convertido en ángeles desprovistos de alas, sumidos en la desgracia, transformándonos en recipientes vacíos, carentes de pensamiento propio y de un propósito superior. Al mirarnos en el espejo, nos enfrentamos a la pregunta: ¿A quién debemos señalar?
Con la arrogancia de los que juegan a ser dioses, destruimos para demostrar poder y construimos para dejar nuestra marca. Pretendemos vivir eternamente, fingiendo ser los salvadores del presente.
¿Encuentras diversión en la traición a aquellos que nos precedieron, portando sonrisas corruptas, satisfecho con la destrucción irresponsable y el dolor sin fin?
Nos aferramos a la esperanza de ser redimidos, centrados únicamente en nosotros mismos, sin reconocer que el cambio es el único camino hacia la verdadera vida.
Hemos traspasado los límites, perdidos sin remedio. ¿Seremos capaces de presenciar un nuevo amanecer?
Imploramos fuerza, imploramos una oportunidad, más de lo que merecemos. Buscamos luz y esperanza que nos guíen a superar este infierno.
Pero si seguimos en este camino, destruyendo y construyendo en un ciclo sin fin, jugando a ser dioses y fingiendo ser salvadores, ¿no estaremos condenados a perdernos irremediablemente?
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Como flores que brotan en el desierto, nuestra existencia parece florecer en vano. Nos hemos convertido en ángeles desprovistos de alas, sumidos en la desgracia, transformándonos en recipientes vacíos, carentes de pensamiento propio y de un propósito superior. Al mirarnos en el espejo, nos enfrentamos a la pregunta: ¿A quién debemos señalar?
Con la arrogancia de los que juegan a ser dioses, destruimos para demostrar poder y construimos para dejar nuestra marca. Pretendemos vivir eternamente, fingiendo ser los salvadores del presente.
¿Encuentras diversión en la traición a aquellos que nos precedieron, portando sonrisas corruptas, satisfecho con la destrucción irresponsable y el dolor sin fin?
Nos aferramos a la esperanza de ser redimidos, centrados únicamente en nosotros mismos, sin reconocer que el cambio es el único camino hacia la verdadera vida.
Hemos traspasado los límites, perdidos sin remedio. ¿Seremos capaces de presenciar un nuevo amanecer?
Imploramos fuerza, imploramos una oportunidad, más de lo que merecemos. Buscamos luz y esperanza que nos guíen a superar este infierno.
Pero si seguimos en este camino, destruyendo y construyendo en un ciclo sin fin, jugando a ser dioses y fingiendo ser salvadores, ¿no estaremos condenados a perdernos irremediablemente?
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