Deseo que estés a mi lado, por la eternidad que nos espera y ansía que crucemos en él.

Que nos tomemos el uno al otro como la marea de la luna y el sol.

Que gritemos enunciados incoherentes e inventemos poemas susurrados sobre la magia de la noche.

Que observemos el labor de las estrellas cual ironía del ser humano, que se refleja en tu mirada como esferas de centenares puntos blancos a lo largo de una completa galaxia. O quizá más que eso.

Que las rosas florezcan a la par de aquel abismo venidero, y que compartamos juntos su vista primorosa.

Que me observes con la misma calidez en el centro del pecho, combatiendo el obstáculo que la oscuridad pueda emanar en la visión.

Que la lluvia enfrente más besos que la ignoren, y ya no tenga razón de continuar evadiendo la ciudad.

Que las oportunidades se presenten y nos arrimemos a la par, en la puerta más lejana que alcancemos.

Que sobrevivamos al tsunami que nuevamente invadirá a Japón.

Que derrames lágrimas aunque no haya causa, porque tus premisas son mis razones suficientes para llorar, porque mi dilección hacia la orquídea más bella se debe a ti. Y ahora alcanzo regocijar la inmensa variedad de flora.


Que narremos la historia juntos, captando la efusividad de las maravillas que nos rodean, sin oír otras voces que procuren herir.