...

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Cantos a la compañía que sana
En la sombra de la mente desgarrada,
la depresión, voraz, se afianza.
Terapia y píldoras libran su guerra,
mas el alivio huye, esquivando la esperanza.

El diván del terapeuta, testigo mudo,
las palabras caen sin encontrar refugio.
Pastillas en frascos, promesa efímera,
en la oscuridad persiste la quimera.

Pero entre las sombras del sufrimiento,
surge una luz, un lazo de calor.
La compañía, bálsamo sereno,
ella, faro en el ocaso ameno.

En sus ojos, destellos de verdad,
un abrazo, refugio en tempestad.
No hay fórmulas, solo su presencia,
en su aura, la esperanza fulgura.

Así, en la compañía redentora,
la depresión cede su hora implacable.
No hay recetas, solo amor auténtico,
en su abrazo, el corazón reverdece pleno.
© M