...

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Melodiosa duda
Siempre me he preguntado:
¿Por qué me atraen las artes?

A mis 10 años, mis manos me hicieron artista;
con ellas ejerzo la pastelería, la panadería, la repostería,
y alimento el alma triste.

A mis 18 años, mis ojos me hicieron fotógrafa,
no para servir al cruel ser humano en su vanidad,
sino para capturar la magia de la naturaleza,
las hojas y sus árboles.

Desde niña, mis manos también servían a la escritura,
y mi boca me hizo poeta;
recito cada verso que el corazón me dicta,
aunque mi pobre y vana humanidad me hace utilizarla
para herir a los demás.

Mis oídos se deleitan escuchando el mar,
el viento soplar, los pájaros cantar
e imitar con mis cuerdas vocales
la magia de su idioma primaveral.

Nunca me he sentido identificada
con las absurdas y superficiales letras
que hoy en día llaman música,
esa habladuría es una injuria
hacia lo que realmente es música en verdad.

¡Oh, el piano!
¡Oh, instrumentos gentiles!
Desde la flauta hasta el violín,
todos sirven al compás del sinfín del universo,
eludiendo con sus mágicas obras al ser humano,
han de transportarlo a su verdadera esencia,
incluso más allá.

Mi olfato maravillado del dulce aroma de las flores,
del olor a tierra mojada cuando el cielo llora.
Mi olfato me permite percibir
los años que el mundo tiene de vivir,
me une a lo que yo llamo el principio sin fin,
donde todos éramos uno:
humanos, plantas, animales, magia.

Si existí en otra vida,
fui sirena, fui ninfa, fui hada, fui mariposa, fui fantasía.
Al agua le hablo, le doy las gracias.
Al fuego le respeto, abandono en él mis miedos.
Al aire le danzo, le ofrezco mi cuerpo,
junto con él, las penas que de viaje se lleva,
para no volver a mí con ellas.

Mi amada tierra, mi amado elemento,
tus raíces están en cruzadas en las mías,
somos una cuando a solas me dejan descalza caminar
y tu lecho con mis pies honrar.

Amo abrazar el suelo del cual brota vida,
y en ella, la vida se quedará.
Cuando muera, quiero ser parte del éxtasis
que da un atardecer,
déjame ser pintor de esos colores relucientes:
anaranjado, rosado pastel, celeste crisol.

Déjame prenderle fuego al sol,
déjame tallar la luna y encender su interruptor.
Déjame a las estrellas alinear
para así cientos de figuras formar,
y que nuestros humanos lo asemejen a dioses
a los cuales orar o a semejantes a los cuales extrañar.

Aunque de vista pierda algunas,
y de corrida se van sin duda,
pero mira que es de gran ayuda
pedir deseos y dejar penurias a las estrellas fugaces,
porque se esfuman en ellas lo que ellos no pueden controlar,
y a la suerte le quieren dejar.
@Sellyah_Fénix
PDT: Bajo la inspiración surgida de la Melodía instrumental @LaberintodelFauno.
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