Destrozo mi alma
verso a verso,
Con mi sangre como tinta
y mi piel como cuaderno.
Único habitante
de mi propio infierno.
En la negrura infinita
mi corazón palpita,
Y cuelgan de una ramita
Hojas secas de lo adverso.
Sopla un viento estival,
En noches iluminadas
Por los sueños incumplidos,
Y entre latido y latido
De dolor no compartido,
Surge un pájaro
que canta herido,
Apenado y confundido,
Sin poder volver al nido.
Cruda y fría realidad,
No hay piedad ni miramientos,
Ya no hay fe ni mandamientos
Y solo rezo plegarias
Al que fue Rey del tormento.
Palpando mi detrimento,
Con dos manos temblorosas,
Mientras vuelan mariposas,
Junto a pétalos de rosas,
Y muriendo por momentos,
En suspiros clandestinos
Se derrumban los cimientos,
Y se ahoga en el cemento,
Aquel que por un momento,
Anheló tener destino.

© M.Aokigahara