...

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Lienzo de traición
En la paleta de tus labios, con una mano experta y fría,
trazaste con cruel destreza un lienzo de falsedad,
con un pincel empapado en promesas vacías
y un paletón de colores oscuros, impregnados de maldad.
Tus besos, que antes iluminaban mi sombrío ser,
hoy se han convertido en marcas que arden,
cicatrices abiertas que jamás podré borrar,
y así, en la penumbra de tu ausencia,
he encontrado solo el eco del vacío, un abismo sin final.

Cada caricia tuya, que un día me envolvió en ternura,
ahora es un puñal disfrazado de dulce engaño.
Cada suspiro que exhalabas, cada palabra que pronunciabas,
no era más que el eco de una mentira hábilmente tejida,
un veneno sutil que lentamente se infiltraba en mis venas,
llevándome al borde de la locura, al precipicio de la desesperanza.
Entre risas que hoy descubro falsas,
y promesas que se desvanecieron en el aire,
pintaste un paisaje desolado en mi destrozado corazón,
una tierra yerma donde el amor no crece,
donde solo habitan las sombras del dolor.

Con cada beso, fuiste la artífice de mi perdición,
la autora de un poema macabro escrito en mi piel,
y yo, el ingenuo versículo que con ansias aguardaba,
esperando que tus labios, con su arte envenenado,
transformaran mi tristeza en una melodía,
encontré solo una sinfonía de lamentos,
un canto fúnebre que resuena en mi alma herida.
Me hiciste creer en la dulzura de tus palabras,
en la calidez de tus abrazos,
pero detrás de cada gesto, detrás de cada sonrisa,
se escondía la fría mano de la traición.

Así, en el lienzo de mi alma ahora atormentada,
quedará para siempre grabada la sombra de tu traición,
el testamento de un amor que se marchitó en el olvido,
dejando solo las ruinas de lo que un día floreció.
Y en esas ruinas, en ese paisaje desolado,
camino solo, perdido entre recuerdos que me torturan,
entre imágenes que no consigo borrar,
preguntándome, una y otra vez,
qué fue lo que destruyó lo que parecía eterno,
qué fue lo que convirtió la dulzura en amargura,
la pasión en cenizas, el amor en un sueño desvanecido.

En mi mente, repito los momentos una y otra vez,
intentando desentrañar el misterio de tu transformación,
buscando un atisbo de la verdad en tus ojos que ahora son espejos rotos,
reflejando solo fragmentos de lo que una vez fuimos.
Me has dejado aquí, en esta tierra baldía,
donde el sol ya no brilla,
donde el tiempo se detuvo en el instante de tu partida,
y en el aire aún resuena el eco de tu adiós,
un adiós que nunca entendí,
un adiós que me condenó a vivir en esta perpetua noche.

Así, en este lienzo interminable de dolor y desolación,
quedará para siempre marcada la herida que dejaste,
una herida que no sana, que late con cada recuerdo,
recordándome que el amor que alguna vez floreció,
se marchitó en tus manos,
y yo, en esta soledad eterna,
seguiré vagando, buscando respuestas en la oscuridad,
sin entender jamás cómo un amor tan profundo
pudo convertirse en la más amarga de las traiciones.
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