Que el mundo sea como nosotros, esa es la finalidad que nos hemos puesto; esa es la máxima expresión de la técnica. Nuestra concepción del orden es incompatible con la belleza, pues esta desaparece cuando se podan las ramas caprichosas de un arbusto o cuando se labra y se construye un sendero con maderos y cuerdas en una porción de selva para pasear por ella como si de un parque se tratara. He ahí nuestra gran generosidad: traemos demasiada miseria y queremos compartirla a espuertas con todo ser que pueda sentirla.


© Mauricio Arias correa