Abrazando, no olvidando
Veintiocho de enero, dos mil seis.
Me diste a luz, con cuatro kilos seiscientos
Me dijiste, no eras gordo, eras un fideo
"Eso ya estaba en vos, desde chiquito."
Tres de abril, dos mil seis
Todos perdimos ese día.
Nadie estaría donde está sin ese día,
Tan poco recordado, y vivo en todos.
Dos dias que separan la luz, de la oscuridad.
Pero no lo dejaste asi para mi.
Te aseguraste que yo siguiera brillando
Sos ese instante de felicidad momentánea
Que me das en cada abrazo, todos los días.
30 de agosto, dos mil dieciséis.
Seguimos recordando lo que perdimos,
Y dijiste que vos estarías para siempre.
No pido que lo recuerdes, pido que lo respetes
No quiero echarle la culpa a una promesa fallida
No quiero tener que aferrarme a ese recuerdo
No quiero escribir de vuelta cuando ya sea tarde.
Te gustó desde el principio que lo hiciera
Sacar de mí ese veneno que no me hace bien
Llorar con palabras
Que le den significado a esas lágrimas,
Que se lo den a todo lo triste en mi vida.
"Eso ya estaba en vos, desde chiquito"
© gustavo albornoz
Me diste a luz, con cuatro kilos seiscientos
Me dijiste, no eras gordo, eras un fideo
"Eso ya estaba en vos, desde chiquito."
Tres de abril, dos mil seis
Todos perdimos ese día.
Nadie estaría donde está sin ese día,
Tan poco recordado, y vivo en todos.
Dos dias que separan la luz, de la oscuridad.
Pero no lo dejaste asi para mi.
Te aseguraste que yo siguiera brillando
Sos ese instante de felicidad momentánea
Que me das en cada abrazo, todos los días.
30 de agosto, dos mil dieciséis.
Seguimos recordando lo que perdimos,
Y dijiste que vos estarías para siempre.
No pido que lo recuerdes, pido que lo respetes
No quiero echarle la culpa a una promesa fallida
No quiero tener que aferrarme a ese recuerdo
No quiero escribir de vuelta cuando ya sea tarde.
Te gustó desde el principio que lo hiciera
Sacar de mí ese veneno que no me hace bien
Llorar con palabras
Que le den significado a esas lágrimas,
Que se lo den a todo lo triste en mi vida.
"Eso ya estaba en vos, desde chiquito"
© gustavo albornoz