Desde las brasas.
El fuego que exclamé se extendió por todo mi cuerpo, esta vez fue mi calidez, apuntando hacia su corazón, copió los movimientos del sarcasmo, y rebotó en su pecho hasta quemarme los huesos.
La cortesía siendo el inflamable más despiadado, tocando mi interior como si nunca algun alma hubiera guardado.
Y si llega al pueblo pide perdón por mi mortalidad, pide, pues a...
La cortesía siendo el inflamable más despiadado, tocando mi interior como si nunca algun alma hubiera guardado.
Y si llega al pueblo pide perdón por mi mortalidad, pide, pues a...