Vendaval
Voces, risas música y ajetreo.
Todos los resquicios de belleza
que algún día llegué a presenciar
se fusionan.
Felicidad tan inmensa
que no me cabe dentro.
Tan infinita,
que no tengo años para ella.
Tan corpórea y presente,
que mis manos no la pueden tocar.
Aire.
Me grita al oído,
y suena como si su voz viajase
millones de kilómetros,
llegando a mí gastada y opaca, lejana.
Sabe amarga y dulce y salada
y su perfume es desconocido, extraño, ajeno,
y es el perfume de mi madre y de mi abuela,
y de alguien que nunca conoceré.
Mis ojos, despojados de las vendas
que me protegían de la punzante oscuridad,
ahora no pueden acoger el resplandor.
Cicatrizados.
Cálido, precioso fulgor incandescente
prende en llamas mis retinas.
No veo la hermosa iridescencia
y la siento tan nítida a la vez,
envolviéndome con su calor.
Deslumbrante alba que me habla
en forma de vendaval.
Me sobrepasa, arrastra mi cuerpo,
me empuja hacia el torbellino.
Es alegría y es éxtasis y es paz,
pero no puedo sentirla.
Quiero contenerla pero no me pertenece.
Me posee entonces a mí y pierdo el control,
me atraviesa por completo.
Caída libre.
Será así el final?
Qué pasará cuando frene el vendaval?
Incierto es, así como incontrolable
el vendaval que ahora soy yo.
Todo se pierde en la velocidad,
y al detenerse,
en la velocidad me perderé yo también.
Los engranajes de mi lógica no operan,
Las arterias no llevan querer a mi corazón.
Rotos mis 7 sentidos.
Silencio.
Todos los resquicios de belleza
que algún día llegué a presenciar
se fusionan.
Felicidad tan inmensa
que no me cabe dentro.
Tan infinita,
que no tengo años para ella.
Tan corpórea y presente,
que mis manos no la pueden tocar.
Aire.
Me grita al oído,
y suena como si su voz viajase
millones de kilómetros,
llegando a mí gastada y opaca, lejana.
Sabe amarga y dulce y salada
y su perfume es desconocido, extraño, ajeno,
y es el perfume de mi madre y de mi abuela,
y de alguien que nunca conoceré.
Mis ojos, despojados de las vendas
que me protegían de la punzante oscuridad,
ahora no pueden acoger el resplandor.
Cicatrizados.
Cálido, precioso fulgor incandescente
prende en llamas mis retinas.
No veo la hermosa iridescencia
y la siento tan nítida a la vez,
envolviéndome con su calor.
Deslumbrante alba que me habla
en forma de vendaval.
Me sobrepasa, arrastra mi cuerpo,
me empuja hacia el torbellino.
Es alegría y es éxtasis y es paz,
pero no puedo sentirla.
Quiero contenerla pero no me pertenece.
Me posee entonces a mí y pierdo el control,
me atraviesa por completo.
Caída libre.
Será así el final?
Qué pasará cuando frene el vendaval?
Incierto es, así como incontrolable
el vendaval que ahora soy yo.
Todo se pierde en la velocidad,
y al detenerse,
en la velocidad me perderé yo también.
Los engranajes de mi lógica no operan,
Las arterias no llevan querer a mi corazón.
Rotos mis 7 sentidos.
Silencio.