En la penumbra de mi alma, un eco resuena,
un amor desvanecido, una chispa que se extinguió.
Ojos que un día me miraron con fervor, ahora vacíos,
una nostalgia punzante que me consume, un dolor eterno.

La memoria me arrastra, un río sin fin,
donde los recuerdos son espinas, un tormento constante.
Tu indiferencia, un veneno sutil que me devora,
un amor no correspondido, un corazón que se quiebra.

Y, sin embargo, sigo amando en esta locura absurda,
un poeta solitario, un corazón desbordado.
Si estos versos te alcanzan, aunque tu nombre no pronuncie,
no olvides que un loco poeta te amó en la penumbra de su ser.

El destino, villano implacable, me mostró el amor,
pero luego me lo arrebató, como un cuervo rondando mis sueños.
Mi corazón, traidor, confiesa mi amor por ti,
un amor jamás poseído, un sueño que se deshizo en sombras.

En esta trinchera de madrugadas, solitaria y sin fe,
mi único refugio es el eco de un amor olvidado.
Cada verso es un lamento, un suspiro amargo,
un amor que no puedo expresar, un dolor que me devora.

Ni con la sangre de mi corazón, ni con lágrimas de fuego,
podría expresar el amor que sentí por ti, un amor infinito.
Pero en la oscuridad persistente, sigo escribiendo,
un poeta melancólico, un corazón que late en su agonía,
un alma que se desvanece en el silencio.
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