...

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La Mañana
Hay una paz sobrehumana
en el silencio de las mañanas,
cuando las ramas de la ciudad
siguen en su invierno desnudas.

Sin ojos, ni soles, ni faros.
Solo el humo de mis manos
y el eco de mis espacios.

Indultado de sueños y camas
voy escuchando solo latidos
y mis pensamientos claros.

Rito de cenizas revividas
entre estos medievales muros
que deforman tiempo y sentidos.

En breve morirá la magia
ahogada por la lenta carcoma
que germina en las paredes.

Solo sillas, tazas y duchas.
Y mientras la escarcha muere,
yo me haré ruidosa hoja
que viste ciudades estancadas.


© Jairo Flores