...

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Amor prohibido
Ella no entiende de amores,
tampoco de desamores,
le dicen la rompe corazones,
insensible al encanto de los hombres.
¿Por qué en la noche llora en los rincones?

Ella es todo lo que un hombre necesita,
su cuerpo es dinamita,
y a mi sexo ella es adicta.

Su carita es muy bonita,
como la de un ángel inocente
que esconde un demonio ardiente.

No le importa lo que los demás digan,
en un físico ella no se fija,
pues su mirada va más allá
de la simple belleza corporal.

Le gusta que yo la mire,
desea que yo la mime,
primero suave y después violento,
contra el muro y el pavimento.

La quiero,
pero a su vez tengo miedo
de dejarle el corazón roto,
porque todo lo que amo
tarde o temprano lo rompo.
(¿Será por eso que amo su orto?)

Ella me dice "papi"
y yo me derrito...
A su cuerpo soy adicto,
sus fluidos: mi manjar favorito.

Ella solo está enamorada del cielo,
y yo solo tengo ojos para la luna,
pero es que con ella todo es locura,
pero es que su boca todo lo cura.

Ninguno busca amor,
solo queremos lo que hay bajo el pantalón,
vivamos este diario de una pasión
saltandonos el romanticismo
y pasando directamente a la acción.

Yo sé que ella tiene muchos amantes,
pero es que no quiero amores como los de antes.
Y tampoco es que yo sea un santo,
también tengo tóxicas para un buen rato.
Ella es mi gata, y yo soy su gato.

Su figura es tan hermosa
que parece digna de una diosa,
hasta afrodita se pondría envidiosa,
de esta perra vanidosa.

Ninguno somos fieles,
pero tampoco somos infieles,
pues tenemos muy claro
que lo nuestro es un amor de pieles.
Si no hay sentimientos, nada nos hiere.

Sería muy egoísta
si la quisiera solo para mí.
Una belleza así es digna de compartir,
es una obra de arte
que todo el mundo debería consumir.

Es como si un poeta
jamás publicara sus versos en un libro.
Sería como un suicidio
a sus sentimientos más profundos
y escondidos que merecen ser compartidos.

Yo quiero que sea libre,
aunque en estos perversos versos
con cierto decoro expreso
que quiero vivir eternamente preso
en la prisión del calor de su cama
haciéndola morder la almohada
bajo los barrotes que forma con sus dedos
cuando ella mi espalda araña.

Quiero morderle sus nalgas,
morderlas hasta desangrarlas,
quiero ahorcarla y cachetearla,
quiero que sepa que es mi puta
(mi puta ama dentro y fuera de la cama)

Quiero garcharla de forma abrupta,
castigarla mientras pide disculpas,
que la trague y no la escupa,
que de gracias cuando la bañe con mi blanca pulpa.

Podría escribirle miles de versos
hasta quedarme sin tinta,
pero lo nuestro está prohibido...
porque ella tiene dieciséis y yo ya tengo treinta.

Aunque debo admitir
que eso solo lo hace más interesante.
Porque eso es lo que nos va
a los más obscenos amantes:
Romper las reglas,
hasta que nos tiemblen las piernas.


© ✒ 𝕻𝖔𝖊𝖙𝖆 𝘼𝖑𝖒𝖆 𝕽𝖔𝖙𝖆 ॐ