...

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Honestidad.
Querrás saber por qué
y no habré de ocultarlo,
pero espera todavía,
¡Ay, espíritu inquieto!
Te lo diré de inmediato
después de la prudencia.

Dirá tu voz inquieta,
toda tu garganta inmensa:
¿Por qué el domingo es tan negro?
Y mis religiones sin palabra,
traerán la verdad a tu puerta.

“No es el domingo” diré,
no es un día, no es una fecha.
Son las personas, náyade mía,
son los rostros que nos dejaron,
toda su hiriente ausencia

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