...

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...COMPAÑERO SILENTE...
El pasado se desvanece,
el dolor se adormece,
y las cicatrices que una vez marcaron el corazón
desaparecen poco a poco,
sin razón.

Lo que una vez parecía insuperable y doloroso,
se convierte en meros fragmentos,
en un pasado borroso.

El tiempo,
ese eterno compañero silente,
nos enseña que lo que ya no importa,
se vuelve indiferente.

Así,
en el fluir del tiempo,
encontramos la calma,
las heridas se cierran,
dejando espacio para el alma
y lo que una vez nos atormentó,
no será más motivo de lamento.