En un rincón de la vida donde el tiempo
se detiene,
surge la poesía, el lenguaje del alma
que nos mantiene.
Palabras que fluyen como ríos de emociones,
tejiendo versos con sutiles vibraciones.

En cada verso, un universo se despliega,
pintando paisajes y soñando en cada entrega.
Poemas que hablan del amor y sus misterios,
susurran al corazón y dibujan destinos etéreos.

Bajo la luz de una luna llena en la noche,
las palabras se entrelazan en un baile derroche.
Rimas que danzan en versos melódicos
y sutiles,
acariciando el aire, el alma y los perfiles.

La poesía trae consuelo a los corazones heridos,
sanando heridas, dando alivio en momentos perdidos.
Es un bálsamo de esperanza en días oscuros,
una guía en el sendero que lleva hacia lo puro.

En cada estrofa se esconde un pedazo de verdad,
una parte de nosotros mismos dispuesta a luchar.
La poesía nos recuerda que la belleza está en lo simple,
en los momentos efímeros que valen más
que solo algo más.

Así, en la danza de las palabras, me sumerjo,
dejando que mi ser se funda en versos dispersos.
Porque en cada poesía encuentro
una conexión,
un puente que une al poeta con la inspiración.

La poesía es el lenguaje que nos enseña a sentir,
a ver el mundo con otros ojos y a vivir.
Con cada letra, una historia se despliega,
y en cada poema, un pedacito de eternidad se llega.

© abraxas