Su suave piel emite el aroma palpitante de las flores trepantes, caprichosas montañeras en los ríos vive, entre raudales mortales
florecen sin cesar.

Enloquecido estoy, al pasar por su cuerpo definido de pasión, arrolladores caricias marcan una y otra vez, este capitulo llamado amor.

Su mirada desviste a las aves en su colores, robando su belleza, para delatarse ante su magestuosa hermosura.

La naturaleza no soporta su irascible fragancia, envidiasa está de su aroma perpetuo ante rosas y jasmin.

Sus labios sedientos, levantan entre susurros seductores las lágrimas de lluvia, para saciarse de sed, despecho que desea culminar antes del amanecer.

Sería un fiel adicto de su amor, si ella me entregara bajo las estrellas y la luna, las llamas de su feroz corazón, entre destellos lo concervare como el mejor trofeo que puedo poseer.

Me convirtio en un verdadero amante de la pasión, desvaneciendo, deslubrado y afortunado de amar hasta la eterna eternidad de
los días de mi vida.

¡como un punto fijo sobre el fuego!.

Sus labios en llamas no paran estas ganas de besarla, dejando como premio esas huellas indelebles de saciar los deseo más divino de abrazarla para jamás soltarla.

© Eduardo Guzmán