"Ecos de la Noche Sin Luna"
En una noche sin luna, la tristeza reinaba,
una chica de ojos llorosos su alma anhelaba.
Sus problemas la afixian, ahogan su voz,
mientras el eco distante del dolor se oyó.
Entre lágrimas y susurros, escuchó,
un sollozo que viajaba, un lamento que brotó.
“Perro, por favor, calla,” mentalmente pidió,
con cada llanto canino su propio llanto se intensificó.
El silencio llegó como un abrigo suave,
pero al instante siguiente, la pena no se apague.
“Por favor, no llores más,” imploró su novio con fervor,
mientras en su pecho crecía un profundo dolor.
De repente sus miradas se encontraron en el aire,
y él vio en sus ojos un reflejo extraño y raro.
Un perro asomaba entre risas de espanto,
murmullos y gruñidos llenaron su canto.
Decidieron escapar del oscuro patio helado,
pero el chico canalizó lo que había pasado.
La sombra del dueño que ya no estaba aquí,
trajo consigo un frío que no los dejó ir.
La chica tocó al chico; un instante compartido,
las almas se entrelazaron en un vínculo querido.
El perro no la soltaba; el dolor la abrazó,
y en ese momento el chico pidió: “Déjala ir hoy.”
La paz volvió a reinar por unos breves minutos,
pero el aire...
una chica de ojos llorosos su alma anhelaba.
Sus problemas la afixian, ahogan su voz,
mientras el eco distante del dolor se oyó.
Entre lágrimas y susurros, escuchó,
un sollozo que viajaba, un lamento que brotó.
“Perro, por favor, calla,” mentalmente pidió,
con cada llanto canino su propio llanto se intensificó.
El silencio llegó como un abrigo suave,
pero al instante siguiente, la pena no se apague.
“Por favor, no llores más,” imploró su novio con fervor,
mientras en su pecho crecía un profundo dolor.
De repente sus miradas se encontraron en el aire,
y él vio en sus ojos un reflejo extraño y raro.
Un perro asomaba entre risas de espanto,
murmullos y gruñidos llenaron su canto.
Decidieron escapar del oscuro patio helado,
pero el chico canalizó lo que había pasado.
La sombra del dueño que ya no estaba aquí,
trajo consigo un frío que no los dejó ir.
La chica tocó al chico; un instante compartido,
las almas se entrelazaron en un vínculo querido.
El perro no la soltaba; el dolor la abrazó,
y en ese momento el chico pidió: “Déjala ir hoy.”
La paz volvió a reinar por unos breves minutos,
pero el aire...