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Principio esencial de vida
Ahí afuera es una selva peligrosa. Un frondoso paisaje cuya esencia es en parte sueño y en parte una lluvia horizontal que diluvia traiciones con una sonrisa intensa y exquisita, una sonrisa con un ligero matiz escarlata, pero que, no obstante, es mentira, y violenta el alma. Ahí afuera hay quien puede comprar un cielo personalizado con su suspicacia e ignorando uno que otro latido de su ser. Ahí afuera las palabras reconocen sin conocer previamente a nadie. Y en lo que respecta a la inspiración, ahí afuera, debo decir, es difícil medir el tiempo de las estrellas o la capacidad de la luna de cegar el ocaso. Ahí afuera existe el ego. Hay afuera existe la incertidumbre. Ahí afuera hay unos ojos empañados de nostalgia, un escalón, una esquina, una golondrina no muy coqueta pero que ha soñado todo lo que se puede soñar. Ha soñado dentro de sueños que se sueñan a sí mismos. Ahí afuera, además, hay una chica que uno no busca nunca, pero que se acerca a ti, te resistes incluso todo lo que puedes al inicio, pero con el pasar tiempo y por casualidades de la vida, podría llegar a darse la impresión de que es uno quien la busca, que uno la busca con infinito anhelo. Una chica que parece tímida, en la que no se percibe ninguna malevolencia, pero eso sí, sonríe queriendo que su sonrisa sea como las encrespadas aguas de una ilusión, y luego, con toda confianza, te pide que la invites o bien a Nueva York o bien a algún lejano confín donde ambos puedan estar juntos. Te va atrapando y va atrapando a varios al mismo tiempo. Su actitud en extremo superficial la delata, pero no caes en cuenta. Construye un lazo, una unión, y con tal habilidad, que lo hace intenso, eterno, sucesivo, pero fácil de negar y dejar atrás si necesita hacer tal cosa. Ahí a fuera es una selva peligrosa, sí, pero, en mi caso, tengo experiencia y un alma que posee el secreto esencial para no dejarse perder en ella. Gracias a dicho secreto siempre he podido salir airoso. Dicho secreto te prepara siempre para lo que viene aun sin saber qué viene. Ahora bien, puede que haya quien quiera saber dicho secreto. Y el solo hecho de haberlo insinuado me obliga a mencionarlo. Pues bien, dicho secreto, simple y llanamente, es no dejar de amar nunca, no dejar de amar aun cuando parezca que amar es el problema, que amar te conduce a la trampa inevitable o que amar es solo cuestión de desdichas o sacrificios. Como requisito previo para ello, que se sepa, se requiere un corazón sincero y valeroso. Nada más.
(Miguel Ángel Guerrero Ramos, Bogotá, 25 de septiembre de 2020).