...

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Fraudulenta soledad
Me encierro con el frío invierno,
interrumpe mi ritmo cardíaco por pensar,
tic tac...
Una traqueotomía
que me impide respirar,
una autonomía que no circula
gracias a mi inseguridad,
así como mis emociones
toman el control en mi ser y
las personas no entienden
por qué me aviento al displacer.
Es por padecer mi
enfermedad mental,
donde agonizo acompañada
junto a una fraudulenta soledad,
placer por la oscuridad
que apaga mi capacidad y
la poca felicidad que me queda
la utilizo para soñar.

¿Ustedes que comprenden al final?

Si la medicación es lo que
me afecta directamente y
discretamente me lanza
a un vacío permanente.
¡El sol no emerge!
Ya no hay salida de emergencia para
mí ser deprimente.
Sé que me miento diciendo
que estoy bien...
Sé que todo lo que me propuse
nada tendí a ser...
Sé que de mi mediocridad
creció de lo que nunca fui...
Huir de mis ilusiones por
falta de constancia que
a esta estancia ya perdí...
Déjenme con mi desgracia,
a veces tiendo a reírme por
las oportunidades que pedí,
aún sigo aquí...
Buscando los deseos que perdí,
así se pudrirán mis momentos,
esos que dejan cicatriz.

¡No esperen nada más de mi persona!

No me lancen a volar,
por qué lo premeditado
está declarado a una caída,
la cual debo aceptar,
dictaré por arrestar lo que
alguna vez contrarreste,
los recuerdos del pasado
los evitaré por esta vez,
intentaré matar todo lo que
existe a mi alrededor y
me hundiré en este pozo inmundo
donde perdura el dolor,
olor a tapices antiguos;
la basura que se camufla
por el tiempo vívido.

Tic tac...
Las sombras avanzan;
abrazan las amarguras;
auguran la decadencia,
un mal que no tiene cura.
Décadas registradas,
mis letras con estrellas alumbraré,
senda horrenda,
enmienda una oscuridad
donde voy a permanecer.
Un amanecer se desplaza
para aparecer y
por intentar nacer debo
morir al saber que de mi cuerpo
emerge todo lo que nunca pude ser.

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