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Noche de Juegos
El reloj tiene una minúscula grieta. Jugamos, y poco a poco pierde granitos de arena. Cada vez que le dan vuelta, suspira agradeciendo respirar. El siguiente jugador tira los dados y comienza su tiempo. De una mano a otra, cada vez más vacío se encuentra. Alguien también se mira al espejo, viendo este artefacto. Dándose la vuelta, y empolvando el lavamanos. Regresa a la sala de juegos, tiene un poco menos vida. Ve con un miedo inimaginable los pedacitos en la mesa. Esos que lo fortalecen, los que el agua se llevó. Sus grietas son más grandes que las del pequeño objeto. En su turno, toma el reloj y cubre el hoyo con un adesivo. Su mirada se nubla en compasión a su nuevo amigo. Tira los dados, le da vuelta y ve las migajas caer, tiempo. Toma el lapiz y su interpretación es una señal de auxilio. Vuelve al otro cuarto se lava las manos dejando lo último. Le costará el juego no reabastecerse y contar los segundos. Otra ronda, y él desaparecerá, su miedo será la causa.

© Yudia