En un rincón polvoriento de una casa antigua, perdida en un bosque lejano, se encontraba un plato de cerámica, su superficie decorada con intrincados diseños que una vez fueron vibrantes, pero ahora estaban desvanecidos por el paso del tiempo. El plato reposaba en una estantería de madera, rodeado de telarañas y el eco de un pasado olvidado.

A su lado, una pared despintada contaba su propia historia. La pintura, que antes había sido de un cálido tono azul, se había desvanecido, dejando a la vista parches de yeso y un tono gris que hablaba de años de abandono. Las grietas en la pared parecían ríos que recorrían un paisaje de melancolía, reflejando el desgaste de los días y las estaciones que habían pasado sin ser notados.

Una joven soñadora había descubierto la casa durante uno de sus paseos por el bosque. Atraída por su encanto desgastado y el misterio que la rodeaba, decidió adquirirla. Desde el primer momento, sintió que aquel lugar tenía historias que contar, secretos que deseaban ser desenterrados. Mientras exploraba los rincones polvorientos, se topó con el plato. Al tocarlo, sintió una conexión instantánea, como si el objeto...