...

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Trama atragantada
En la penumbra del alma perdida,
susurros grises de una triste despedida.
En la cueva del silencio, la aflicción se anida,
tejiendo sombras en una vida malherida.

Llanto sin lágrimas, eco sin voz,
un abrazo vacío, un suspiro sin adiós.
En el laberinto del dolor sin solaz,
la desesperanza se desvanece, sin dejar paz.

En el lienzo de la vida, un cuadro sin color,
la amargura pinta la desdicha con fervor.
No hay respiro en este poema melancólico,
solo un lamento en el corazón, triste y pesaroso.

En el oscuro relato de esta vida herida,
la tragedia se cierne, cruel y desmedida.
El narrador, en sombras de dolor enlazado,
con su destino desvaneciendo, en la trama queda atrapado.

El protagonista, víctima de un destino aciago,
ve sus días culminar en un final amargo.
La historia concluye con un suspiro helado,
Y el narrador se desvanece, pues su voz se ha apagado.
© M