...

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Le mereces
mis alas de inspiración,
cortas sin resignación,
yo busco la compasión,
tú no escuchas ni mi voz.

la de ella siempre ahí,
recordando que perdí,
nunca llegaré a donde ella,
ahora grito por mi enmienda.

¿desayunas sus condenas?
¿crees que él vale la pena?
¿él te consuela esas penas,
que al dormir te desesperan?

y yo ayuno en cada cena,
como si de algo sirviera,
y me castigo con ardor,
porque aquí no hay solución.

no hay chiste como este,
sale con otra gente,
solo le gusta ese,
y justo él no la quiere.

te imagino a ti, la chica,
¿ya te sientes bienvenida?
y me observo a mí, la otra,
normal, yo no soy gran cosa.

ahora el resto me consuela,
con afirmaciones huecas,
no me creo lo que dicen,
lloro, no hay quien me anime.

tú debes estar contenta,
de ver que amas y él lo intenta,
y os deseo el peor final,
aunque sé que no lo habrá.

soy yo la que en verso os odia,
soy la única perdedora,
soy la poeta sanadora,
que a sí misma no perdona.

por favor, cuídale bien,
hazle sentir ese cien,
porque yo nunca podré,
atesora...