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Ziggurat

Siempre, espíritu frágil, pondrás piedra sobre piedra, buscando las alturas, la atmósfera de lo divino. Pues, a donde va tu mirada, la siguen tus pies y tus manos, y ya en la cúspide, colocarás la última pieza, la gran estatua de tu egoísmo que coronará tu proeza. Mientras tanto, desde las ardientes llanuras, las almas raquíticas te observarán sin reconocerte, y desde allí oirán que les reclamas su lealtad y su adoración.
Tú, que miras a tus congéneres saltar como pulgas en el polvo, Tú, que no pretendes abandonar los glaciares vientos que juegan con tus cabellos, mientras deseas ir más alto, ya no reconoces los loores de los insultos de quienes en la base fraguan tu caída.
Mientras a las nubes ves desde arriba, tus enemigos, tus viejos amigos que dejaste a la saga en tu ascenso, siembran la duda en las plazas. No tardarán en hacer subir a mercenarios o a esos hombres dóciles que se dejan envenenar por el odio, a derribar las piedras de la cima; pronto te harán tambalear como al equilibrista que le sacuden violentamente la cuerda, pero que poco a poco recupera el balance.
¿Cuánto tiempo estarás allá arriba?
Yo lo sé: lo suficiente para que aprendan a odiarte y lleguen a desear escupirte y ultrajarte. ¡Desearán bailar sobre tu cuerpo hecho girones,y en medio de la embriaguez, luciendo tus joyas y tus atavíos, echarán tus despojos a los cerdos o al fuego para borrarte, liquidar el símbolo de su debilidad y su esclavitud, para después poner las piedras en su lugar, y dejar todo listo para el que te suceda.

© Mauricio Arias correa