Tus pequeños ojos,
hermosa luz que ilumina
cada día mi oscuridad.
Tu sonrisa calma toda ansiedad;
Te amo con un amor difícil de explicar.
Quiero ser para ti mi mejor versión:
protegerte, mimarte y marcar el camino.
Y tú, hijo mío, serás diferente.
Un hombre de bien,
favorecido por el Creador.
Puertas se abrirán
y recordarás siempre,
a caminar con humildad.
Serás luz de bendición para muchos,
y del dolor que enfrentaste,
serás vencedor.
No serás sangre de mi sangre,
mas tu nombre está tatuado
en mi corazón.

© Yadira Rodriguez