La vida es como la luna, en su ciclo eterno,
brilla en la noche, a veces oculta en el invierno.
Con fases cambiantes, va de llena a menguante,
reflejo de sueños, de lo sutil a lo distante.

En su luz plateada, se esconden los anhelos,
susurra secretos a los corazones ciegos.

A veces es brillante, iluminando el sendero,
otras, solo un recuerdo, un brillo pasajero.

La luna es testigo de amores y desvelos,
acompaña las risas, también los desconsuelos.
En su abrazo sereno, encuentra el alma paz,
y en la penumbra, fuerza para comenzar.

Así como la luna, la vida nos guía,
en sus altibajos, descubrimos la vía.
Brindando esperanza en la oscuridad,
la luna nos enseña el valor de la verdad.

En cada ciclo, hay un nuevo despertar,
una oportunidad de volver a brillar.
Así, como la luna, en su danza eterna,
la vida nos invita a ser luz, a ser huella.


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