...

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Renacer
Me nombraste musa misteriosa,
dueña eterna de tus noches de desvelo,
removiendo en mí las mariposas
que se sienten al tocar el cielo.

Fuiste arrasador fuego de mis días,
lumbrera de mis noches tempestuosas
Me enamoré de la forma en que me veías
porque a tus ojos era simplemente hermosa.

Sin saberlo me adentraba en un abismo,
vivo infierno que envuelve en llamas;
porque sucede, amor, que no es lo mismo
decir te quiero que demostrar que me amas.

Y a la espera me quedé de que me dieras
todo aquello que un día prometiste ,
como quien queda sentado en la rivera
de un río, solo, desesperado y triste..

Acaso las lecciones aprendidas
me ayudarán a superar este fracaso
y aunque llore esta despedida
sea feliz después en otros brazos.

Me entregaré de nuevo, estoy segura,
porque así es mi naturaleza:
lanzarme sin medir cuánta es la altura,
darme toda sin medida, con pureza.

El amor habrá triunfado nuevamente
—sonreiré una vez más, dalo por hecho—
cuando logre que habite eternamente
en el lado izquierdo de mi pecho.
© Elizabeth Martiartu