...

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Querida Ana
Querida Ana,
te escribo esta carta para decirte que ya lo entendí,
que tu presencia sigue en mí,
que en cada plato sobre la mesa,
tu recuerdo vuelve ahí,
donde nada cesa, donde nada termina,
hoy entendí que cada número en la báscula,
me hizo creer que era, que fui,
y que siempre sería la mejor versión de mí.
Querida Ana,
me hiciste pensar que acabaría allí,
sola, en un rincón del infierno,
solo miles de lágrimas, miles de espejos, miles de números,
para poder llamarme suficiente,
y saber que nunca lo sería,
porque lo hice para poder un espejo mirar,
y decir que ya basta de llorar,
y librarme de ti una vez más.
Querida Ana,
por todos los comentarios que escuchaste,
por todo lo que sufrimos y sufriremos,
por todos los platos sobre la mesa,
por todas las servilletas que envolvían todas las mentiras que me decías,
por hacerme perderme a mí misma,
por hacer que en mi cabeza todo muriese,
por todas esas noches de insomnio,
por todos los cristales que un día rompieron,
por todo ese brillo que apagaron,
por todas las personas que un día por ti lloraron.
Querida Ana,
hoy no quiero volver a escribirte,
y borrar toda huella que un día dejaste,
sin saber si un día volveré a hablarte,
y que en mi mente vuelvas a instalarte,
a interrumpir los sueños que siempre me quitaste,
a mi vista borrosa,
a en los mareos constantes que se quedaron,
a todas las enfermedades que diste,
a toda la vida que me quitaste,
y la pérdida que nunca me devolviste.
Querida Ana,
hoy deseo que devuelvas todo el tiempo que perdimos,
la confianza en uno mismo,
la felicidad de cada persona,
el amor a cada una,
las pastillas constantes,
la enfermedad que provocaste,
la normalidad de comer un solo plato,
la ilusión de volver a sonreír sin que los números vuelvan a mí.
Querida Ana,
hoy he entendido que no querías lo mejor para mí,
que la delgadez no era signo de felicidad,
sino de la muerte a la que llamamos "sociedad".