Te creí distinta,
una flor entre ruinas,
una promesa en medio del desierto.
Pensé que eras el refugio, la tregua,
el amor que tanto busqué y no hallaba.

Te vi con ojos de eterno,
como quien encuentra en otro
lo único que da sentido a la espera,
y te quise con un fervor casi infantil,
con la esperanza desnuda de quien no teme caer.

Pero la verdad vino lenta, como el veneno,
y en cada susurro descubrí algo que dolía,
pedazos de una historia que no imaginé,
sueños que nunca fueron míos,
mentiras tan hábiles, tan suaves, tan tuyas.

Hoy miro lo que fuiste,
y siento un abismo...