Perdón por insistir
Perdón si insistí tanto, si mis palabras tropezaron una y otra vez en tu puerta cerrada, si mi corazón, desnudo y vulnerable, se atrevió a rogarte lo que no querías ofrecerme.
La verdad, sí quería que fueras tú,
sí soñé con encontrarte al final de todos mis caminos, con verte a mi lado cuando la vida se volviera incierta, y tal vez por eso, perdí la compostura, el orgullo, y me lancé a pedir lo que ya no tenías para dar.
No era por falta de amor propio, sino porque el amor por ti creció tan alto que me hizo olvidar mis propias raíces. Me atreví a perder mi dignidad
porque en mi mundo, el que imaginé contigo,
tu sonrisa era mi refugio, tu mano, mi hogar.
Rogué por un lugar en tu vida, un rincón pequeño,
aunque fuera en los márgenes de tus días, pero entiendo ahora que ese espacio no era mío,
que nunca lo fue, y lo siento.
Lo siento por no haber sabido reconocer antes
que no puedes obligar a un corazón a quedarse
donde no quiere estar.
Aún así, no me arrepiento de haberlo intentado.
Si algo he aprendido, es que amar no siempre es ganar, que a veces es simplemente dar
sin esperar nada a cambio, aunque duela, aunque arda.
Y hoy, aunque me despida de lo que quise tanto, aunque acepte que no serás tú, quiero que sepas que fue real, que cada palabra, cada gesto, fueron sinceros, y que, por ti, valió la pena perderlo todo, incluso mi dignidad.
© D.J José
La verdad, sí quería que fueras tú,
sí soñé con encontrarte al final de todos mis caminos, con verte a mi lado cuando la vida se volviera incierta, y tal vez por eso, perdí la compostura, el orgullo, y me lancé a pedir lo que ya no tenías para dar.
No era por falta de amor propio, sino porque el amor por ti creció tan alto que me hizo olvidar mis propias raíces. Me atreví a perder mi dignidad
porque en mi mundo, el que imaginé contigo,
tu sonrisa era mi refugio, tu mano, mi hogar.
Rogué por un lugar en tu vida, un rincón pequeño,
aunque fuera en los márgenes de tus días, pero entiendo ahora que ese espacio no era mío,
que nunca lo fue, y lo siento.
Lo siento por no haber sabido reconocer antes
que no puedes obligar a un corazón a quedarse
donde no quiere estar.
Aún así, no me arrepiento de haberlo intentado.
Si algo he aprendido, es que amar no siempre es ganar, que a veces es simplemente dar
sin esperar nada a cambio, aunque duela, aunque arda.
Y hoy, aunque me despida de lo que quise tanto, aunque acepte que no serás tú, quiero que sepas que fue real, que cada palabra, cada gesto, fueron sinceros, y que, por ti, valió la pena perderlo todo, incluso mi dignidad.
© D.J José