...

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A todos mis enemigos
Contra él, que nunca miró las cruces
y vivía en sueño a modo de daga honda
que atraviesa lentamente la razón.

Contra él que pasaba de revoluciones al mundo
y su decisión profunda era ahogar lágrimas,
escribo estos versos.

Contra el hombre que muere en las venas,
contra el cuerpo que roces amargos causó
y nunca vivía por miedo de las palabras,
instrumentos incisivos y violentos de cada vida
que ansiaba más importante que la respiración.

Contra aquel que vive arrepentido
aunque nunca supo de sus pecados
más culpable por la moral de las ideas
que por su realidad tan frágil.

Aquel que responde en emoción
y se quema por dentro
con color de las palabras no escritas,
del futuro venidero que enternece abrazos
y ojos llenos de historia y edad

se esfuma del mundo que le ha visto
y se arroja a los pies del alba para acunarlo
como el pequeño niño que fue
y que aun le lleva de la mano
con paso firme de estrellas y palabras
en emociones perennes.

Por él pido perdón de sus pecados
con cada sílaba que escribo.

© Víctor García