...

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Avulsión
Diluidos
quedaron los sueños
tras las pestañas,
cargadas ahora
de la añoranza
que traen los años.
Hunden los hombros
pesadas cargas
espolvoreadas
con el cansancio
de amar en vano.
No ser de nada
es la moda
que devora ahora
las mentes todas
—rotas, huecas,
podridas de egoísmo—.
¿Qué fue de aquel
verano hermoso
tras la encimera
de antojos adolescentes?
¿Y qué del febril
instante en que un beso
guardamos con celo
en los labios del otro?
Ni soy yo,
ni te conozco
y tampoco al resto del mundo.
Ya me da igual
si la extinción en masa
me incluye,
o si renazco
de entre tus dedos
justo en mi centro.
Al fin y al cabo
ya mis arrugas
van piel adentro,
adornando el alma
que, sin ser mía,
pinto de invierno.
© Elizabeth Martiartu