Mis sentidos vacíos claman
por el raspor de tu risa,
mis soledades adolecen
de la ausencia de tu olor
y languidecen con tus prisas
mientras partes
y yo sólo contengo la respiración.
Te sigo gritando sin reservas
-aunque sin palabras-
lo que guarda mi silencio:
que en el pitonezco abrazo
del arco en que confluyen mis piernas
tienes un refugio donde volcar cualquier emoción.
Me sobra un momento
para darte una eternidad
de sentimientos tan tuyos
que me anudan el pecho
en su empeño por huir.
Sonrío a las sombras
de mis amores difuntos
que labraron el camino
para llegar hasta ti...
Espero, cual Penélope,
acallando los alaridos de mi alma,
que -en su añoranza por verte- suplica,
gruñe y desgarra mi garganta
convirtiendo su clamor en un rugir.

© yisetclavel