...

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- Eros - XVII
No sabía que tu lengua sabía bailar,
no fue sino hasta la noche de ayer
cuando de rodillas me mirabas
con esos ojos tan cristalizados,
como si de ellos el diluvio seria desatado.
Que deleite para mi perversa mente
tenerte así... Sentirte así,
tan prendida a la Fatalidad
que tus labios iban apresando.
El fuego en tu rostro se iba incrementando...
Y con el, tus movimientos ibas acelerando.
Pero que exquisita manera es esta
en la que el rojo y el negro se mezclan.
En la que siendo el amo parezco más tu presa.
Ahora entiendo este encuentro con certeza,
era justo y necesario estallar en aquella puerta
en la que han salido versos únicos y exquisitos.
Era justo y necesario llenarte de mí,
de aquella tinta que tragas para sentir vida y dicha.

- Mirlo -


© La Jaula del Mirlo