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PECADOS CAPITALES
PECADOS CAPITALES

¡Quién me sostenga el aguante!

Hueso, pellejo y raigambre,
soy la consumación de mis vicios
tentación convertida en irrefrenable querer
que seduce mi alma con artilugios
lanzándome a precipicios plagados de orificios de temperanza.

Siete pecados me cogen de los pies;
soberbia con avaricia, lujuria
con ira grande,
y gula de envidia
y pereza.

Como si no fuera suficiente
estas parieron entre sí
y se multiplicaron gracias a ti.

Y ahora estoy a puertas del purgatorio
pidiendo al sepulturero
y a quien me escuche
que aún tengo dentro de las venas
siete pecados capitales que a ti me atan:

Confieso que me aprisiona la lujuria
en el santuario del deseo de este amor inconsciente
implacable e insaciable de tú,

Sodomizando mi mente
en la nostalgia de mi virtud servil profanada e imborrable.

La envidia corroe mis entrañas,
ardiente y vil de cuando no estaba yo pegada
a tus primeros palpitares,
pues confieso que tu ardiente e infiel pasado me subyuga
pues siempre caigo en tu enlodosa perfidia.

Me consume la codicia loca de poder atesorar
tu boca, que nubla mis sentidos
y me hunde en la miseria del delirio
en el blasfemo altar de mi avaricia.

Mi alma hambrienta siente una apetencia mórbida e insaciable
porque sólo del pan que produce tu cuerpo
y de tu inagotable sexo se nutre mi apetito voraz y salvaje
atándome a ti golosamente con la furia de una pasión violenta
e insobornable que me eleva al capricho de tu carne.

Muchas veces el delirio con su furia me alcanza
y ardo en ira masacrada por tus desprecios,
por esta pasión necia que me embiste con violencia
en una cruel, frenética y despiadada persistencia
de psicópata en su conveniencia.

La soberbia infame me traiciona y mata mis sueños
por pretender poseer tu amor encerrado en una Estrella
y por creerme dueña de tu único amor verdadero
sellado en un beso proscrito de esperanza.

La desidia de olvidar el dolor que me causas
se eterniza en el tiempo
en una ágil y fuerte pereza
que intenta desmoronar tu desdén
mientras con desgano veo que los días mueren
con sigilosa prisa
dejando un retazo de improvisados recuerdos
que se abren paso
donde tu pecaminosa presencia tallada en mí seduce mi alma.

Pero, ¿Qué puedo hacer?
si soy capaz de besar hasta tu sombra
hasta donde el mismísimo pecado
engendró un sentimiento
plagado de todos los pecados capitales
que se anidan en mi regazo
violando las leyes de gravedad
en medio de sudor gimnasia y piel
hasta la eternidad.

Esperanza Renjifo
Lima - Perú
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