Rosas blancas danzan el "Invierno" de Vivaldi, cortesía de Tía Morana, cuya promesa acaba de cumplir.
La nuestra fue dejarla descansar en su rosal, la de ella trascender y lograr manifestarse.
Hoy, en el aniversario de su partida, se oye el pálpito de las flores, corolas albas pulsan apasionadas al ritmo del violín.
Etéreas y perfumadas sonrisas en los rostros, faldas vaporosas flotando en la algarabía.
Fragante picardía del más allá, que desafía lo perecedero vistiendo de pétalos el viento.
Y en este espectáculo suyo de vitalidad espectral, la muerte se vuelve una fiesta.


© Dafne A.L

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