En blanco
Hay algo extraño
anidando dentro mío,
como un pájaro
que entierra sus plumas
en un árbol sin hojas,
puras ramas que reposan
a dos metros del suelo,
como yo, tan solas,
como mis escritos
que hablan de nada,
como el piano
que le toca a la luna.
Hay un espacio
en blanco
que zumba
en mi cabeza,
que cae adentro
de mi mente.
La tinta agotada
se resbala
de mis manos,
me deja
cuando siento
la ausencia
cederme
un asiento.
Mi voz rompe
mis letras escritas
a mano alzada,
se deforma, incapaz
de alzar en alto
ese poema que repasa
el caos de un corazón
que bombea tinta
a la par de una sonata,
esa que compone
un árbol solitario
en noches blancas.
Una palabra
hila de nuevo
con destreza
los pedazos
empuñados
en mi mano cerrada,
antes de dejar
que caigan,
como el granizo
que con pesadez
remueve los cielos,
como la lluvia
adherida
a una ventana.
Esa que mira
al otoño en ruina
admirar sus flores
caídas de noche.
Y por otro lado,
un cuarto solo
donde pasan los años
y el recuerdo en brote
cae sobre la mesa,
como ceniza,
en un manojo
de versos atragantados.
© All Rights Reserved
anidando dentro mío,
como un pájaro
que entierra sus plumas
en un árbol sin hojas,
puras ramas que reposan
a dos metros del suelo,
como yo, tan solas,
como mis escritos
que hablan de nada,
como el piano
que le toca a la luna.
Hay un espacio
en blanco
que zumba
en mi cabeza,
que cae adentro
de mi mente.
La tinta agotada
se resbala
de mis manos,
me deja
cuando siento
la ausencia
cederme
un asiento.
Mi voz rompe
mis letras escritas
a mano alzada,
se deforma, incapaz
de alzar en alto
ese poema que repasa
el caos de un corazón
que bombea tinta
a la par de una sonata,
esa que compone
un árbol solitario
en noches blancas.
Una palabra
hila de nuevo
con destreza
los pedazos
empuñados
en mi mano cerrada,
antes de dejar
que caigan,
como el granizo
que con pesadez
remueve los cielos,
como la lluvia
adherida
a una ventana.
Esa que mira
al otoño en ruina
admirar sus flores
caídas de noche.
Y por otro lado,
un cuarto solo
donde pasan los años
y el recuerdo en brote
cae sobre la mesa,
como ceniza,
en un manojo
de versos atragantados.
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