Nuevamente... me has dejado anonadado,
y a la vez en evidencia;
por tu estilizado estilo,
y tu refinada presencia.

Tienes la asombrosa cualidad,
de reinar en mi corazón a gusto;
produciéndome grandes estragos,
aunque no lo considero injusto,
que me hacen ser tu más obediente esclavo,
sin echar de menos...
a mi precedente deslucida libertad.

Nada podrá ser igual después de ti...

Tú no eres soló una mujer.
Eres un ser de alto vuelo,
que supo anidar en los resquicios de mi pecho,
echando fornidas e incisivas raíces en mí.

No eres solamente...
mi más grata y complaciente compañía.
Mi luz de día,
y mi más afable descanso;
que emblandece mi temperamento,
y hace posible mi remanso.

Has pasado a ser una extensión de mí,
que colma todos mis vacíos y carencias.
En ti encuentro,
todo lo que mi ser anhela...
en una suerte de refulgente estela,
que abriga por entero a mi corazón.

En la profundidad de tus ojos...
puedo perder la noción del tiempo,
de mi ubicación espacial real,
y hasta de mi propia identidad...
como una puerta abierta,
hacia la eternidad;
dando pasos firmes y perennes,
hacia el amor interminable que me amarra;
porque tú puedes, incluso...
embalsamar mi alma.

© 2022 Sermian
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