...

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La princesa que murió de tristeza.
Alguna noche me imaginé en un vestido oscuro sedoso al tacto. Sintiéndome la princesa de un reino que jamás existió.

Soñé con ese ser masculino al que todas solemos llamar "principe azul". Porque viene de nuestra más profunda tristeza con aire a soledad.

Así que sigo preguntándome dónde estás.

O si es que alguna noche fría tomarás mi mano para hacerme danzar al compás de nuestros dolidos corazones.

Pero este clima de nostalgia me susurra que aquello jamás sucederá y que debería enterrar mis más profundos deseos de ser amada.

Pues esta princesa deberá despedazar su vestido y romper a llorar hasta desaparecer su belleza falsa.

Y aquí me veo, cantando a una luna que llora en mi lugar por no conseguir a un fiel amor.

Soy la princesa sin su príncipe.
Sin su corona.
Sin su cordura.
Sin su baile.
Sin su estúpido encanto.

Ya que por más que lo desee parece que te alejas de mi. Mi camino hacia la luz.

Permanece en mi la pecadora tristeza y decido adornar mi ser con ella.

¿A quién le dedicaré mis tan practicadas danzas antes de morir de abstinencia?

Te esperaré bajo tierra y que los gusanos relaten lo que quedó de mi.
Ganas de dar y recibir amor sin igual.

Digamos adiós a un sueño en donde me imaginé sonriendo de verdad en los brazos de mi más grande deseo.

No soy una damisela en apuros.

Soy una flor que jamás recibió el sol.

Y perecí ante el hambre y agonia.

Simplemente

Y quizás

Yo no nací para ser la princesa de nadie.