En un rincón oscuro, una vela reposa,
sin su llama encendida, se sentía poca cosa.
Se siente inútil, su brillo adormecido,
anhela el calor que le dé un sentido.

La soledad pesa, como sombra callada,
sin alguien a su lado, su luz es olvidada.
Teme al final, a la noche sombría,
susurra al viento, busca compañía.

Desea ser útil, que alguien le dé cariño y amor,
un gesto, un abrazo, un poco de color a su alma.
Sin calma, la abandonaron, la dejaron en su andar,
hasta que unos corazones le vinieron a ver, comprender y amar.

Una sola mirada, un instante de fe,
renueva su esperanza, como un amanecer.
Aunque no regresen, su recuerdo se aferra,
pues vió su esencia, su luz que no cesa.

La vela, agradecida, les desea lo mejor,
sabiendo que en el alma llevan su color.
Si algún día se encuentran, con gusto compartirán el bienestar,
dispuesta a mostrarse, a brillar en cualquier lugar.

Que se conozcan más y compartan el tiempo,
a sentir el respirar del viento.
Así la vela espera, con fe el viento renovado, y
anhelado que el amor sincero encienda su camino soñado...

Algunas personas creen que no valen en soledad,
pero una mirada de un corazón sincero,
que vea más allá de lo externo, puede ser el sendero con claridad...

Ayuda a despejar el velo de desesperanza,
y movernos a un mejor lugar para brillar en la danza.
Necesitamos sentir que alguien nos ama,
que cuida de nuestro ser interior y lo proclama.
Clama el cielo azulado, al tener alguien a nuestro lado, en el tiempo con quienes se compartieron, palabras de aliento y alegría...
Este día es momento de agradecer, a quienes dieron su apoyo incondicional, por vernos florecer, fundamental, esencial y especial es tener el potencial de un querer en nuestro ser...
Gracias por permanecer...

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