...

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La chica de los tatuajes
El mundo aguarda y observa,
Y yo solo puedo callar,
Con el alma sobrecogida
Y el latido en cada arteria.

Un lejano observador
Contempla a un ángel pasar,
Una lágrima de noche,
Un sublime resplandor.

Cientos de hilos de sombra
Rozan su piel de cristal,
Sus grandes ojos felinos
Desnudan mis miles de historias.

Noche corre por sus venas,
Tinta bajo sus velos,
Lunas menguantes robadas,
Sierpes, acordes y estrellas.

La décima musa perdida,
Imposible sirena de luz,
Me pierdo en océanos de música,
Música cristalina,
Música plata y azul.

Y yo solo puedo mirar
Como incansable centinela,
Como faro de pies de piedra
Sobre la niebla y sobre la mar.

Y yo solo puedo esperar
A que vea a su vagabundo,
O a que mi alma se deshoje
Viendo la vida pasar.

Pero no es tiempo perdido
En amor y en nada más,
Años de pura esperanza
Buenos años habrán sido.

¿Eres la chica del cuento?
¿Eres tú, Melanie?
¿La que en su cabello esconde
Estrellas del firmamento?

Mil y una noches me quedan,
Un siglo más para verte,
Pero sé que cuando regreses
Tras infinitos años perennes
Habrás merecido la espera.

© La Octava Pléyade